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Hay días que me traigo cada porquería para comer… (no me quejo, doy gracias a Dios, a la vida, a mis manos, a mi jefecito que me sigue aguantando que tengo comida).  Ayer preparé los spaguettis más horripilantes que he preparado en mi vida y ¡claro! como sobraron, me los traje hoy.

Tsssss… un poquito más onda para la próxima por favor.

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Archivado bajo comidas, tengo hambre

Acabé la Bainbridge Scarf para mi hermana.  Creo que el tejido debe quedar al revés, o sea, lo que yo puse para afuera debe quedar por dentro, pero a mí me gustó más así.  De la otra forma no me decía nada.  En mi caso, digo, porque las que he visto tejidas la puntada se ve diferente.  Cuando le tomé las fotos noté que me quedó un hilacho por esconder; si se suben a un avión podrán verlo también, de tan notorio que es.

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Ya casi acabo la primera parte de la espalda del Camden (¿todavía no las harté con este suéter?)  Me faltan unas 10 vueltas nada más, pero ¿qué creen?  Que este fin de semana, como diría mi maridín, me pasé de tonta y comí como si mi estómago terminara en mis rodillas, y hoy estoy sufriendo las consecuencias.  Creo que tengo una indigestión y no me siento muy bien que digamos.  Pero es que ¿cómo le iba a decir que no a las pizzas del viernes?, ¿cómo negarme ante ese queso Oaxaca y no preparar unas deliciosas quesadillas con aguacate (palta) y salsa verde? ¿o a los exquisitos chilaquiles que preparó mi santa madre?  Y para rematar, preparé la tarta de manzana, cuya receta nos regaló Ceci y me comí un trozo antes de ir a dormir (y debo decir que queda deliciosa y que es una receta facilísima).  Hoy pasé por al lado de la báscula y escuché que me hacía «Pst, pst!», pero yo me hice la que no la oía y pasé de largo.  Sí, pequé de gula y me merezco lo que estoy sufriendo, pero mis manos no se lo merecen.  Ellas quieren tejer, pero el resto del cuerpo no les hace caso.  Me tendré que tomar una tacita de té verde, a ver si se me pasa.

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Archivado bajo patrones, por su salud

TEJIDOS, COMIDAS Y MÁS

Les agradezco, chicuelas queridas, todas sus palabras en el post anterior.  Tengo clarísimo que quiero tener otro hijo por muchas razones, pero también me pongo a pensar en el mundo de mierda que estamos viviendo y me da miedo traerlo (por cierto, que alguien me explique cómo demonios según el horoscopo chino este año -que es de la rata- iba a ser muy bueno, iba a estar marcado por la alegría y la abundancia.  Abundancia de problemas, más bien).  No quiero que Sabri sea hija única, quiero que viva la hermosa experiencia de tener hermanos.  Sé que si tiene que ser será.  Ya veremos. 

Respecto a la mudanza, les digo que he tenido unos días terribles.  Mucho que guardar, mucho que revisar, tirar, reacomodar.  Todavía no nos cambiamos, así que no sé si podré seguir tejiendo o no.  Mientras tanto, la ciudad sigue en obras, el tráfico desquiciante (por las obras y por las interminables marchas, manifestaciones, plantones, mitines, etc., etc. que se han vuelto el pan nuestro de cada día) y mis agujas avanzando a marchas forzadas.  De los modelos que tenía para la siguiente bufanda, me decidí por este y así voy.

Francamente, no sé si el patrón está muy complicado o si mi mente anda divagando por otras galaxias, pero me está costando mucho seguirlo, así que la tengo medio detenida para seguirla cuando NADA NI NADIE me distraiga.  La única opción que se me ocurre es tejer en la noche, cuando Sabri y la ciudad duerman. 

Mientras, de a ratos estoy tejiendo para mi esta y voy así:

Creo que el estambre no es muy adecuado, pero tengo sólo 200 gr. y me encanta el color y la textura, así que por mi no hay fijón. 

Estamos en otoño y ya se empiezan a sentir los fríos que promete el invierno.  El tiempo ideal para tejer y sacar del closet lo tejido a lo largo del año, no?  Lo malo es cuando uno sale de su casa en la mañana y sopla un aire que parece que nos curte la cara y a las 3 de la tarde hay un sol que raja la tierra y ya no sabemos qué más sacarnos de encima porque no soportamos el calor.  No sé qué es peor, les juro, si vivir en un clima indeciso o padecer un invierno europeo.

Por último, les cuento que ya no veo la hora de llegar a mi casa y preparar estas recetas cortesía de Penélope.  Las tenía almacenadas en el recuerdo y hoy fui a desenterrarlas.  Bueno, y ya que hablamos de comida, les cuento que he adquirido la costumbre de todos los viernes preparar pizza para cenar.  En un principio era yo sola con mi idea y los sorprendía cada viernes a la tarde con el olorcito rico del pan, el queso y el tomate saliendo del horno, pero ahora, Andrés ya se enganchó y cada vez que vamos al súper compra algo para la pizza del siguiente viernes.  Yo tengo una relación muy especial con la comida (aparte de que me fascina comer).  A mi mamá nunca le gustó cocinar y lo que hacía lo hacía porque nos tenía que dar de comer y punto.  Así, la hora de la comida para mí era un suplicio.  Pero había veces en que amanecía inspirada y nos preparaba cosas que sabía que nos gustaban: pizzas, empanadas de jamón y queso, carne al horno con papas, en fin, y yo sentía que esas comidas ricas eran como un mimo que nos quería hacer a sus hijos.  Entonces aparte de gustarme esos platillos, tenían un toque extra para mi y todas esas sensaciones se me han quedado muy grabadas.  Ahora que crecí me fascina cocinar pero además es una forma de expresarle a mi gente mi cariño y el gusto que me da compartir con ellos.  Esos pocos ‘mimos’ que nos hacía mi mamá mediante la comida tuvieron un efecto hermoso en mi y siempre le estaré agradecida por ello.

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SOPA SECA

Como Marian me preguntó qué era, y es una de mis comidas favoritas, acá pongo la receta, que es de lo más fácil.

1 paquete de fideos (cabellos de ángel rotos)

2 cdas. de manteca (mantequilla)

1/2 lt. de caldo de pollo (hecho con Knorr suiza o similares)

queso, mucho queso que se derrita.

Sofreir los fideos en la manteca, cuando estén dorados, ir agregando el caldo de a un cucharón.  Cuando el líquido de consuma, agregar otro cucharón y así hasta que los fideos estén blanditos.  Poner encima una capa de queso, ya sea rallado o en rebanadas.  Apagar el fuego, tapar y esperar a que se derrita.  Más fácil, ni la tabla del 2.

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