Anoche hice yogurt por primera vez en mi vida . Según yo, seguí las instrucciones al pie de la letra (instrucciones que había leído hacía no sé cuántos días):
Una taza de yogurt natural y 1 litro de leche. Se echan en un recipiente que cierre hermeticamente, se mezclan, se cierra y se pone en un lugar cálido.
Vacié el yogurt en el frasco, vacié la leche sacada 20 minutos antes del refri, lo mezclé y lo cerré.
Ahí se me prendió el foco: la leche tenía que estar tibia, así que va toda la mezcla a la olla y de ahí a la estufa para entibiarse.
Lo eché otra vez al frasco, lo cerré y lo puse arriba del refri, aunque no sé qué pase porque mi cocina no es un lugar cálido, es un infierno en las tardes de estos días que la temperatura llega a 30-32°. Bueno, ahí quedó. Hoy en la mañana lo agarré para cambiarlo de lugar, siempre sobre el refri, y ya tenía otro aspecto (¡VIENTOS!) A ver qué pasa de aquí al domingo que viene que termina de hacerse el yogurt nuevo. Dije «domingo que viene».
Diosito es grande y cuida a sus animalitos, y como conoce bien mi baja tolerancia a la frustración, antes de verme revolear por el aire y mandar a la mierda al frasco hermético de Dupuis, me mandó a ver otra vez la receta: sí, la leche tenía que estar tibia. No, el tiempo indicado para que se haga el yogurt no es una semana, pedazo de animal: son apenas 24 horas. Bruta!