Un día se me ocurrió abrir un blog para decir cualquier tontería que se me ocurriera que no tuviera nada que ver con el tejido, pero la verdad es que escribía muy poco ahí *, así que preferí cerrarlo. En él trataba temas como el que menciono a continuación:
El otro día fui a comer a un restaurant de comida corrida y el primer tiempo era consomé de pollo o sopa de pasta (fideos). Pedí esta última y me alegré muchísimo cuando ví que la sopa era de moñitos… ¡ay, me encantó! Me gusta la sopa de moños, letritas, estrellitas y caracolitos. Odio la sopa de municiones y cuando era chiquita me podía vomitar si mi mamá hacía sopa de cabellos de ángel. Qué bolu, no? La sopa es toda la misma, pero según la forma me gusta o no; estoy consciente de que es lo mismo, pero no me sirvan un plato de municiones, por favor. El codo me gusta, pero a veces se queda caldo caliente adentro y me quemo la boca.
Qué profunda ando hoy, por Dios.
* No piensen que se me ocurren pocas tonterías, eh? De hecho es casi lo único que pienso todo el día, pero tampoco es cuestión de exponerse a que la boludeen a una.
Archivado bajo tengo hambre
Etiquetado con tonterías