Hace unos días me enteré que una amiga de un blog en un país lejano estuvo siendo molestada por algún (a) zoquete cabeza de chorlito. Esta amiga estuvo a punto de cerrar su blog, pero recibió tal cantidad de apoyo que desistió de su idea. Entiendo que hay gente muy frustrada por ahí dando vueltas, que lo único que les hace sentirse vivos es joderle la existencia a los demás, pero no acepto que gente tan talentosa como Delfina considere la idea de cerrar la ventana a sus maravillosas creaciones por culpa de un (a) estupidito (a). Muchas de ustedes ya la conocen, las que no, vayan nomás, es sorprendente.
El sábado hubo una reunión tejeril, y aunque tenía muchísimas ganas de asistir, desistí. El motivo es que no tenía con quién dejar a la enana y no quise aventarme la travesía de poco más de una hora de camino con ella y el otro a bordo, por aquello del cansancio y que ya no camino tan rápido. Lo lamento mucho porque fueron varias caras nuevas, y ahora sólo me queda esperar pacientemente a la próxima y que alguien se quede con la chiquitina.
La semana pasada me llegó el regalo de Fernanda, aquella bolsa que gané por el sorteo que organizó en su blog. No hay palabras, todo está hermoso. No he podido tomar una foto decente, pero si quieren mientras ver qué traía mi paquetín pueden ir a su blog.
El sábado fuimos al ultrasonido; todo está bien. Bebé parecía una coctelera de todo lo que se movía mientras lo veíamos. Y si alguna de ustedes quiere saber si es niño o niña se tendrá que esperar conmigo a que nazca, porque el único que lo sabe es Andrés. Yo me reservo la sopresa para el gran día.
He estado terminando algunos tejidos y empezando otros. Las fotos están a la vista, en Flickr. La capa rosa es la que le terminé hace unas semanas a mi madre (New Vintage Capelet). El chaleco rojo es una prenda muy importante: es lo más horroroso que he tejido en mi vida hasta el día de hoy. La verdad es que me quedó tan feo que no me dan ganas ni de destejerlo, se lo pondré a bebé cuando estemos solitos o abajo de un abrigo de invierno o algo así. Desde ahora mis tejidos feos se compararán con él, > feo, < feo. Y con el suetercini naranja me reivindiqué. Es el Baby Yoda Sweater, que sí me gustó mucho. Varias cosas las he empezado y deshecho (ejem, ejem…), pero ahí vamos. Acabo de caer en cuenta de que es sumamente recomendable que termine la mayoría de los regalitos de Navidad por ahí de octubre, porque cuando nazca bebé, aunque esté de incapacidad, lo que me va a faltar es tiempo, así que ¡a darle, que es mole de olla!
Cuando por alguna razón dejo un poco de lado el tejido, y después lo retomo, lo hago con una alegría muy grande, y me descubro cada vez más enamorada de la labor.